Lo conocimos las dos
en la misma fiesta.
Sólo bailaban parejas
alrededor.
Al clavarnos sus ojos
nos dió por hacer apuestas,
¿Quién ganaría primero su corazón?

Dos amigas,
tú y yo.
Enemigas,
por amor.

Él se dejaba querer
desde la distancia,
para sembrar en nosotras
la confusión.
Parecía pasárselo bien
dándose importancia
y desplegando sus artes
de seductor.

Antes del amanecer
nos miró de nuevo,
y de repente después
desapareció.
A menudo pensamos que fue
solamente un sueño,
que terminó nada más
al salir el sol.